martes, 1 de febrero de 2011

SORPRESA, SORPRESA (29-01-2011)


A pesar de las amenazas de lluvia (quién dijo miedo habiendo hospitales), a la hora en punto aparecimos los tres convocados. Primera sorpresa (agradable): no éramos tres, sino cuatro. Apareció por sorpresa Toni, un amigo de Joan, que el domingo tenía competición de mountain bike y se había apuntado a salir con nosotros para estirar las piernas. Debido al fuerte ritmo que solemos imponer y, como ciclistas responsables que somos, le advertimos del riesgo que corría al salir con nosotros; por nada del mundo queríamos que lo que él pensaba que iba a ser estirar las piernas, le supusiera una sobrecarga muscular y le fastidiara la competición del día siguiente. Bueno, …no se lo dijimos, ¡pero lo pensamos!.     
El recorrido previsto estaba científicamente calculado para que fuera un poco más duro que los anteriores al objeto de seguir progresando adecuadamente en nuestra preparación. Segunda sorpresa (ésta, desagradable): el recorrido, ya desde el principio, resultó mucho más duro y complicado de lo pensado. A veces la ciencia tiene estas cosas.
Empezamos pedaleando por el carril bici hasta la rotonda de Son Rapinya y seguimos por el Camí dels Reis hasta la rotonda del cruce con la carretera del Coll de Sa Creu. Tercera sorpresa (otra vez desagradable): para llegar a esta última rotonda hay una cuesta arriba de toma pan y moja y, al forzar para subirla, noté un pinchazo en la rodilla.
Al ser del mismo Bilbao no le hice ni caso a mi rodilla y seguimos dale que te pego a los pedales hasta el cruce de Illetes, pasando por Génova y San Agustín. Pasado el cruce seguimos por el carril bici hasta la rotonda de Bendinat. Cuarta sorpresa (desagradable, y van…): el tramo hasta esta maldita rotonda vuelve ser otra puñetera cuesta arriba (¿será ésta la famosa cuesta de enero?) y, claro, volví a notar otro pinchazo en la rodilla. Aminoré la marcha y subí piñones pero no sirvió de nada y empecé a notar pinchazos continuos, así que paré un rato mientras el resto seguían hasta la rotonda. Diez minutos después reanudé la marcha muy poquito a poco pero, ya con el miedo en el cuerpo, al llegar a la rotonda paré y les dije que siguieran ellos, que yo los esperaba tranquilamente sentado.
Joan y Toni siguieron hasta la rotonda de Marineland pero Malen se quedó conmigo, ejerciendo de buena hija (hay que ver lo que son capaces de hacer los hijos por pillar la herencia).  
Quinta sorpresa (agradable): lo bien que aguantaron Malen y Joan mientras duró la etapa, auténtica rompepiernas donde las haya.
Sexta sorpresa (agradable también): Toni, un chico encantador. A pesar de tener que ir todo el tiempo con el freno de mano puesto para ir a nuestro ritmo, se portó estupendamente, yendo a mi altura y dándome ánimos en todo momento.
Cuando Joan y Toni volvieron y ya estaba mentalizado para volver por donde habíamos venido…¡séptima sorpresa!, aparecieron súbitamente Vicente (futuro lateral izquierdo del Barça) y Yolanda (Presidenta de la República Independiente de Mi Casa) constituidos en equipo de rescate. ¿Cómo se habrán enterado? Me pregunté y resulta que Malen, ejerciendo de hija sobreprotectora, que como siga así se va a quedar sin herencia, había hecho una llamada traicionera (¡malditos móviles!). Pese a mis ruegos de que me dejaran volver con el grupo, la orden fue tajante: ¡al coche, … tú y la bicicleta!
El resto, afortunados ellos, hicieron el recorrido de vuelta, en bici, sin ningún problema.
Dándole vueltas al estado de mi rodilla empezaron las dudas. En seguida tuve claro que sólo había dos opciones: la primera, amputar directamente y tratar de conseguir una cabina de la ONCE en una concurrida esquina y la segunda, una rápida intervención quirúrgica, dudando entre operarme en Son Espases (si conseguía encontrar el quirófano, claro) o en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York (ya que en este hospital ejerció durante mucho tiempo de cirujano el insigne Doctor Mateo).
 Cuando más desanimado estaba, debatiéndome entre mis dudas, llegó la octava sorpresa (agradable, para terminar a lo grande): recibí una llamada que me alegró el día y la semana, se trataba de Olga, mi cuñada, y me dijo que había consultado mi caso con un especialista, el Doctor Soto, máxima autoridad en rodillas de la zona euro y que su diagnóstico era muy claro…distensión de ligamentos, tres días de descanso y otra vez a montar en bici. Así que, pese al fiasco de esta salida, ya estamos pensando en la del próximo sábado. ¡Aleluya, Aleluya!


Que quede claro que la bufanda que llevo atada a la rodilla es cosa de Malen, que me obligó a llevarla para que no se enfriara.


Aquí tenemos al equipo de rescate posando para constancia de las hemerotecas. 

Perdonad que se me haya ido la olla en el relato, pero de todos es sabido que las lesiones de rodilla tienen estos efectos secundarios.



  

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