sábado, 1 de octubre de 2011

DUODÉCIMA JORNADA (20-09-2011): VILLAR DE BARRIO – OURENSE (38,94 Km.)

Ayer Joan empezó a sentirse mal, problemas estomacales que, supongo que debido al cansancio acumulado, en vez de mejorar han ido a peor. Esta mañana estaba hecho polvo.


Una vez montadas las alforjas, hemos desayunado en un bar que hay frente al albergue lo de siempre, tostadas con café con leche, etc. y hemos salido a la hora habitual, o sea, sobre las 9 de la mañana.

Enseguida hemos pasado por Bóveda y Vilar de Gomareite, típicas aldeas gallegas. También hemos visto nuestro primer hórreo.


A la salida de Vilar de Gomareite el camino se transforma en una pista totalmente rectilínea y llana. La alegría dura 4 ó 5 kilómetros. Después de un desvío, llegamos a Bobadela, donde encontramos una extraña casa que, en la terraza del primer piso, tenía una buena colección de motos y, además, colgados del techo, una sierra mecánicas, varias sierras, etc. En fin, mejor no preguntar. Salimos zumbando por si acaso.




Nos encontramos con alguna que otra aldea más y, a la entrada de una de ellas, vimos un hórreo enorme y muy bien conservado. Su dueña nos dijo que era del año 1932 y que debía ser el más fotografiado de Galicia pues todo el que pasaba por allí, le hacía una foto. Nosotros quisimos seguir con la tradición y nos hicimos varias fotos.





El camino se fue estropeando y cada vez estaba peor. Nos encontramos con alguna subida importante, algún tramo impracticable y, sobre todo, una bajada supertrialera entre grandes rocas, totalmente imposible para la bici.





Con Joan en malas condiciones y el camino que no colaboraba, llegamos a Xunqueira de Ambía, donde aprovechamos para comernos unos dulces.

Frente a la iglesia, estuvimos hablando un rato con un señor que nos dijo que vivía en Catalunya pero que había nacido en este pueblo. Fue muy agradable porque estuvimos hablando en catalán y eso, cuando estás fuera de casa, hace una especial ilusión. También nos contó el secreto de la iglesia: por la ventana que hay encima de la puerta principal, hay un cristal a través del cual se ven unos rosetones muy curiosos.



Cuando ya nos íbamos, apareció Javier, el del albergue de Lubián. Estuvimos hablando un rato con él y le convencimos para que viniera hasta Ourense con nosotros. Como Joan no mejoraba, más bien al contrario, decidimos ir por carretera para no castigarlo más de la cuenta.



Hasta Ourense, salvo algunas inevitable subidita, es casi todo en bajada, así que se llega bien. Llegando a Ourense nos metimos en Seixalbo ya que Sera decía que valía la pena. Hay que darle la razón, es un pueblo-barrio muy bonito.




Llegamos a Ourense y fuimos directos al albergue que, cómo no, está en la parte alta de la ciudad.


Allí sellamos, nos despedimos de Javier y nos fuimos a comer a un restaurante que nos recomendó la hospitalera. Se trata del restaurante Bedoya y fue un acierto total. Un diez. Comida buena, barata y muy abundante. Y encima te piden si quieres repetir. Sera pidió fruta de postre y le pusieron un plátano, una pera y una manzana. Y todo por 10 euros.

Joan no mejoraba, así que decidimos quedarnos en el albergue para que durmiera toda la tarde, que eso le tenía que ir bien. En el albergue éramos 19, pero sólo nosotros en bici.

Mientras Joan dormía, nosotros fuimos a visitar la ciudad y a las termas públicas, aprovechando que son gratuitas. Están muy bien, aunque había mucha gente. Vale la pena.











Nos informaron que no se podían hacer fotos, pero llegaron tarde. Después de las termas, otro paseo por el centro, cena y a dormir que mañana hay que seguir. 

Ourense me pareció una ciudad muy bonita y acogedora. Vale la pena perderse en ella unos días.

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