jueves, 19 de mayo de 2016

JORNADA 12: ALBERGUERÍA - XUNQUEIRA DE AMBÍA (21/09/2015)

Después de una noche toledana, me levanté muy temprano para volver a intentarlo con la secadora. Terminé descubriendo que se paraba continuamente porque tenía lleno el depósito de evacuación de agua. Está claro que soy un inútil para estos temas.

Una vez solucionado el problema, pongo toda la ropa a secar y me voy al bar, a desayunar  tranquilamente. Después, recoger la ropa seca, apañar la mochila y salir cagando leches a por un pueblo con farmacia.

La salida de Alberguería es, cómo no, cuesta arriba y con distintos tipos de camino. Una vez que llegamos a una cruz que no sé lo que significa, se acaba la subida y empieza una larga bajada hasta Vilar de Barrio.






En mitad de la bajada hay un desvío con varios carteles anunciando una especie de poblado pseudo hippie. Empecé a bajar hacia el poblado por curiosidad, pero cada vez me parecía más sospechoso todo así que, después de casi un kilómetro de fuerte bajada, di media vuelta y hacia arriba otra vez. Casi pico, pero di marcha atrás a tiempo...o eso creo.



La bajada hasta Vilar de Barrio es agradable y con buenas vistas, a pesar de un poquito de niebla.














En Vilar de Barrio he ido a la farmacia y el farmacéutico, al verme, me ha enviado cagando leches al Centro de Salud. Después de esperar un buen rato (era lunes y había muchos ancianos esperando ser atendidos) me atiende el doctor y me receta pomada y pastillas y un antihistamínico que me inyecta la enfermera. Todo el personal del centro de salud fue muy amable conmigo, incluyendo los pacientes que estaban esperando ser atendidos que, cada vez que llamaban a uno, decían: "que pase el peregrino, que pase el peregrino". Gracias a todos!

Volví a la farmacia a comprar lo que me habían recetado y, luego, a desayunar, que ya era hora.


Al reemprender el camino noté que, debido a la reacción de la inyección que me habían puesto,  andar me resultaba bastante molesto, así que decidí tomarme las cosas con calma.

Se pasa por el interior de muchas aldeas sin ningún tipo de servicio y, prácticamente, sin un alma a la vista.




























Antes de llegar a Xunqueira de Ambía hay una subida, a ratos difícil y dura pero, tampoco es que sea el Anapurna.










Una vez superada la subida, proseguí con el agradable paseo y llegué sin problemas al albergue. Imposible no encontrarlo, es el primer edificio a la entrada del pueblo.



Cuando llegué al albergue me encontré con un señor tomándose una cerveza junto a una furgoneta aparcada frente a la puerta del albergue. En el interior del albergue no había nadie pero, sorprendentemente, había diez camas ocupadas por sacos de dormir que ocupaban totalmente una de las dos habitaciones con camas del albergue. Ocupé mi cama en la otra habitación y me di una ducha que me dejó como nuevo. Una siesta y, a continuación, un paseo por el pueblo y comprar la cena.




Las medicinas fueron mano de santo. Me encontraba muchísimo mejor y casi no tenía picores.

A eso de la 20 apareció la hospìtalera a cobrar. En total había 15 peregrinos en el albergue, auténtico récord hasta el momento.

Cené en el comedor del albergue (una maravilla de comedor, por cierto) y me pude enterar de que los de la otra habitación pertenecen a un grupo de amigos del camino de Medina del Campo y la furgoneta, cargada con sus mochilas y sacos de dormir, era su vehículo de apoyo. No soy quién para juzgar, pero me parece de muy poco espíritu peregrino llegar con la furgoneta y ocupar un montón de literas antes de que lleguen los demás peregrinos y así asegurarse una cama. Si en vez de 15 hubiéramos sido 21, al último que hubiera llegado, aunque cargara con una mochila muy pesada y estuviera hecho polvo, no le habría quedado más remedio que continuar porque otros, que no van cargados y que cuando se cansan se suben a la furgoneta, se habían encargado de quitarle su sitio.

Preparé las cosas para el día siguiente, me tomé las pastillas, me unté la pomada y me metí en el saco.

Descubrí que el albergue tenía un problema importante: la parte superior de las habitaciones no está cerrada y el pasillo tiene las luces con unos sensores que se encienden y se apagan automáticamente. 

Entre la juerga que tenían montada en el comedor los del grupo, que duró hasta las tantas, y el continuo ir y venir a la habitación, con el consiguiente encendido y apagado de luces del pasillo, costó conciliar el sueño. En fin, cosas del Camino y de algunos peregrinos parece que van de romería.

RESUMEN DE LA JORNADA

Distancia recorrida: 22,8 kilómetros.

Altitud máxima: 961 metros.

Altitud mínima: 553 metros.

Ascenso acumulado: 315 metros.

Descenso acumulado: 659 metros.

Velocidad media: 3,38 km/h.


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