lunes, 5 de octubre de 2015

PRÓLOGO: PALMA-MADRID-ZAMORA (09/09/2015)

Tocó madrugón ya que el avión hacia Madrid salía a las 8 de la mañana. Una vez en el aeropuerto, lo típico: facturar la mochila y hacer tiempo hasta el embarque.



El avión salió a su hora y el vuelo fue una delicia: rápido y sin sobresaltos. No se puede pedir más. 

Los problemas empezaron al llegar al aeropuerto de Barajas (perdón, aeropuerto Adolfo Suárez). El primero fue lo que tardó en llegar la mochila a la cinta de recogida de equipajes y el segundo, importante y preocupante, fue que se quedó bloqueada la tarjeta SIM de mi teléfono móvil. A las 12:10 salía el tren a Zamora así que, sin tiempo que perder, cogí el metro desde el aeropuerto hasta la estación de Chamartín. Una vez allí, imprimir el billete en una máquina al efecto y, gracias a que viajaba en preferente, acceder a la Sala Club para intentar solucionar el bloqueo de la tarjeta. 

En la sala hay wifi, así que lo primero fue comunicar por wasap a la familia que seguía vivo y después intentar desbloquear la tarjeta SIM. Intenté hacerlo a través de la aplicación de Amena para mi móvil pero esta operación no se puede hacer. Solución: buscar sin pérdida de tiempo un teléfono de monedas para solucionar el problema por vía telefónica. Me dijeron que había dos teléfonos en un lateral de la estación y ¡qué casualidad! no funcionaban. En la parte central había otro que, por fortuna, funcionaba. Bloqueo solucionado y teléfono operativo ¡a llamar como un loco!

El viaje en tren a Zamora fue un auténtico placer. El Alvia es un tren cómodo y rápido. Supongo que también influyeron las ganas de ir en tren que tenía. Los mallorquines tenemos carencias en este sentido.



Una vez en Zamora, vi delante mío a uno con mochila que también había bajado del tren y lo tuve muy claro: ¡a seguirlo! Cruzamos todo el centro de Zamora y llegamos al albergue sin problemas, está claro que se sabía el camino.



En el albergue, lo primero es registrarse y estampar el sello en la credencial ¡el primero de muchos, espero!"

Me adjudicaron la cama de arriba de una litera, pero conseguí cambiarla por una de la parte de abajo (había camas suficientes). Uno está ya viejo para andar trepando por la litera.

El albergue de Zamora está muy bien, es uno de los mejores del Camino y las hospitaleras, dos australianas, muy amables.

Por la tarde, paseo por la ciudad, aunque bastante descafeinado, y unas cuantas fotos. Zamora es muy bonita y tiene mucho que ver pero, al conocerla de antes, las prioridades eran otras. Me dediqué a estirar las piernas y a comprar la cena. No tenía previsto comprarla, pero un salchichón ibérico de Guijuelo me robó el corazón.









Me tocó compartir habitación de 4 camas con dos cordobeses, Juan y Rafa, muy agradables. Antes de dormir, estuvimos de tertulia con los cordobeses y con Rafael, de Madrid. Juan y Rafa nos contaron que, en El Cubo de la Tierra del Vino empezaron a tener problemas estomacales, debido a que bebieron agua en malas condiciones, teniendo que ser atendidos en un hospital de Salamanca a base de suero líquido. Por supuesto, tomé nota: no hay que beber agua por ahí si no estás seguro de su potabilidad. 

A las 22:00, apagado de luces y a dormir.

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