lunes, 12 de septiembre de 2016

JORNADA 18: OUTEIRO - SANTIAGO DE COMPOSTELA (27/09/2015)

A las 6:10 se encendieron las luces del albergue, y a las 6:30 ya había salido todo el mundo. No entiendo estas prisas. Bueno, hoy sí, hoy es el único día que las entiendo porque ¡hoy llegamos a Santiago! Y eso se huele en el ambiente.

Nos aseamos, desayunamos tranquilamente, sirviéndonos de la máquina expendedora colocada al efecto, y a las 8:10 salimos del albergue para disfrutar de nuestra última jornada.

El día amaneció con niebla, que sería nuestra compañera durante mucho tiempo.

Los primeros kilómetros del camino están llenos de muñecos enormes, de tamaño natural. Por eso decía ayer lo de la costumbre de la zona. Curiosa costumbre, por cierto.








El camino consistía en subidas y bajadas. Poca carretera nacional, mucha carretera local y pistas asfaltadas.

Malen estaba mucho peor. A los problemas de la ampolla en la planta del pie (prácticamente solucionada) se unieron problemas en el tobillo y en la pierna. Supongo que causados por la mala postura al andar por culpa de la ampolla.

Cuando la cosa pintaba muy negra, y parecía complicado llegar a Santiago, vino al rescate Enantium, el antiinflamatorio, y fue mano de santo. A cada paso que daba iba mejorando.

Se nota que nos estamos acercando a Santiago: todo el recorrido está lleno de casas ¡y qué casas!

















Aunque íbamos andando despacio, casi sin darnos cuenta llegamos a Angrois. Se pasa por el puente que está justo al lado de donde se produjo el fatal accidente del tren, el 24 de julio de 2013. 

No hay palabras para definir la sensación que se tiene al contemplar aquello. Se hace un nudo en la garganta.  






Hay un bar muy cerca del puente y, por tanto, de donde se produjo el accidente y decidimos parar a tomar un refresco. También habíamos decidido no sacarle el tema a la dueña del bar porque suponíamos que estaría harta de que todo el mundo le preguntara por aquél día y tener que contar lo mismo una y otra vez.

Queríamos llegar a Santiago con tiempo para asistir a la misa del peregrino de los domingos, a las 12, pero la señora del bar tenía una conversación tan agradable que decidimos pasar de la misa y seguir un rato más hablando con ella. Nos contó infinitas anécdotas del Camino y de los peregrinos a su paso por allí.

Cuando dejamos el bar, fuimos hacia Santiago poco a poco, sin prisas. Al final del empedrado del camino, vimos las torres de la Catedral ¡por fin!




Todavía quedaba un trecho hasta la Catedral. Había que recorrer varias calles, casi todas cuesta arriba, y alguna muy cuesta arriba. Hasta el final hay que sufrir.




En esta vida todo llega y, al final, llegamos a la Plaza del Obradoiro. Siempre es emocionante entrar en esta Plaza y plantarte delante de la Catedral y, simplemente, observarla y dejar que la emoción recorra todo tu cuerpo.

Malen y yo nos abrazamos, felices y satisfechos por haber podido cumplir nuestro objetivo.

La pena es que la Catedral siempre esté llena de andamios. Dichosas obras que no se acaban nunca.


No entramos en la Catedral. Era tarde y queríamos ir a comer, así que fuimos directamente a recoger la Compostela. Han cambiado el sitio desde la última vez que estuvimos. El edificio es el mismo, pero ya no hay que subir las escaleras, ahora está en el patio que hay abajo. Lo que no ha cambiado es la cola que hay que hacer. Larga, lenta y eterna. Es lo que tiene la masificación.

Una vez recogida la Compostela, aprovechamos los baños del mismo edificio para asearnos estilo gato y cambiarnos de ropa.

Nos habían informado que en Correos había una consigna en la que, por dos euros cada mochila, podías dejarla unas horas. Fuimos a Correos, dejamos las mochilas, pagamos y, ya libres de la pesada carga, nos fuimos directamente a comer a O Gato Negro. Teníamos claro que queríamos celebrar allí nuestra llegada.

Como de costumbre, comimos muy bien. Mejor, imposible. Y muy bien de precio. 













Con la panza llena, fuimos a visitar la Catedral y a abrazar al Apóstol.




Desgraciadamente, el tiempo se nos echaba encima, así que fuimos deprisa y corriendo a Correos a recoger las mochilas y luego a coger un taxi que nos llevara al aeropuerto. Nuestro vuelo a Palma de Mallorca salía esta misma tarde.

Una vez facturadas las mochilas, un poco de descanso en la terminal y, casi sin darnos cuenta, embarcar, despegar, volar y aterrizar en Palma.

Nuestra peregrinación había finalizado.


RESUMEN DE LA JORNADA


Distancia recorrida: 17,6 kilómetros.

Altitud máxima: 331 metros.

Altitud mínima: 128 metros.

Ascenso acumulado: 376 metros.

Descenso acumulado: 444 metros.

Velocidad media: 3,57 km/h.


4 comentarios:

  1. el gato negro!!! eres de los mios jejeje

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  2. Es sitio de visita obligada cuando estás en Santiago!!

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  3. Tengo pensado hacer parte de ese camino, aunque con alguna variación. Desde Xinzo de Limia hasta Santiago, pasando por Orense y Oseira. Tu blog me confirma que es buena idea. Gracias. Y enhorabuena.

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    1. Gracias. Me reafirmo en que es una muy buena idea. Te gustará ¡Buen camino!

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