domingo, 13 de febrero de 2011

Y los dioses bajaron del Olimpo (12-02-2011)

Para la salida de hoy habíamos quedado a las 9 de la mañana en una clara muestra del progreso de nuestra adaptación a los horarios peregrinos. El peregrino es madrugador, por concepto y porque a las 8 de la mañana hay que estar fuera del albergue.
La mañana se presentaba espléndida, como casi siempre ¿es que nunca llueve en el sur de Mallorca? Así se nos llena la isla de guiris colorados como gambas de Sóller y rebosando cerveza por todos sus poros. Por otro lado... ¡benditos guiris que nos dan de comer!
Por si no hubiera suficientes buenas noticias, Sera, nuestro ciclista profesional como la copa de un pino, se dignó a bajar del Olimpo y se apuntó a la salida. Él dijo que porque no tenía nada que hacer, pero todos sabemos que la razón es que le han llegado comentarios de nuestras gestas y el miedo se instaló en su viña.
Se adjunta testimonio gráfico del emotivo encuentro de los cuatro futuros bicigrinos, agrupados de tres en tres



La salida, como las anteriores, sin ningún problema. Hicimos el recorrido habitual, alargándolo unos kilómetros hasta la Urbanización Maioris. Terreno llano, excepto unos repechillos en los últimos kilómetros. Nada que no puedan afrontar nuestras piernas de acero. 
En la última subida, Sera se vio obligado a acreditar su condición de profesional y soltó un hachazo, pretendiendo dejar atrás al resto del pelotón, pero Joan y yo, que ya tenemos una edad y no nos asustamos fácilmente, mandamos a Malen a su rueda para vigilarle de cerca y seguimos subiendo a nuestro ritmo, que tampoco hace falta ser tan peliculeros.
Una vez en Maioris, Sera fue al super a comprar una especie de pizza calzone para recuperar las energías gastadas. Nosotros, como tampoco habíamos gastado tantas, nos tomamos una barrita energética y un traguito de agua, que el ciclista es austero por definición.




Después de reponer fuerzas, vuelta a casa a toda leche y a otra cosa mariposa. En la despedida, Sera anunció que se iba a hacer la subida al Castillo de  Bellver porque la etapa se le había hecho un poco corta, pero no hay testimonio gráfico así que, concedamosle el beneficio de la duda...

El resumen de la etapa es muy sencillo: 45 kilómetros sin problemas a una velocidad respetable. ¡Misión cumplida!

Al llegar a casa, la Señora Presidenta me convenció para que me preparara un jacuzzi casero porque, según ella me lo había ganado, y ¿quién soy yo para contradecirla? aunque, ahora que caigo, esto del jacuzzi casero suena un poco extraño y merece una explicación. No se trata de que me pusiera tibio de alubias y luego me metiera en la bañera para darme un baño y creara el jacuzzi con mis propios medios, nada de eso. Es que una de mis adorables hijas me regaló un aparato que se llama algo así como "bath spa, the at-home spa experience" que, durante 20 minutos, convierte la bañera en un jacuzzi. En dos palabras. ¡Im-presionante!

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