domingo, 3 de julio de 2011

EL GATITO QUE COMÍA AVELLANAS (sábado 02-07-2011)

Cada día se escriben millones de entradas para millones de blogs, y estoy seguro que ninguna de ellas tiene un título tan bonito como ésta de hoy. La pena es que no se me haya ocurrido a mí, sino a Malen. Me insinuó el título y yo, como padre obediente que soy, le hice caso.

Habíamos decidido hacer una etapa de muchos kilómetros para ir acumulando fondo, que falta nos hace. Habíamos pensado ir hasta el final del camí vell de Muro. Dicho y hecho, por una vez le hemos hecho caso a la planificación original y a las 8:30 (bueno, tal vez diez minutitos tarde) salimos del punto de salida oficial hacia S'Indioteria para recoger a Sera. 

Una vez el equipo al completo, camí vell de Bunyola hasta nuestra rotonda. Ni rastro del halcón pero, de pronto...¿qué es aquello que vuela? ¿es un pájaro? ¿es un avión? (Supermán no es, porque no lleva los calzoncillos por fuera) ¡Era un enorme Voltor (buite negro, típico de la Serra de Tramuntana). No me pude resistir a hacerle una foto, y aquí la teneis. No es la del halcón peregrino, pero ésta vale mucho más.

El voltor planeando majestuoso

Continuamos hasta Santa María y, en el inicio del Camí de Muro aprovechamos para inmortalizar el momento.  


Joan y Tomeu perfectamente uniformados. A Sera aún no le ha llegado el uniforme

Tira, tira, pedaleamos entre viñedos, como es habitual por estos pagos, hasta que, llegando a nuestro destino el paisaje se vuelve frondoso y más bonito aún.


 Por fín llegamos a Son Catiu, en el cruce con la carretera Inca-Llubí. Se trata de una "tafona" (almazara, para los castellano parlantes) muy bonita, con tienda y restaurante.  




Está situado justo enfrente del Puig de Santa Magdalena, del que hay una vista espléndida.


 El avituallamiento consistió en sendos pambolis, con sepia para Joan y para mí y mixto de jamón y queso para Malen y Sera.





Nos pusimos como el quico. Avituallamiento de lujo, bueno y barato. No se puede pedir más.
Al revés de lo que había sido la ida, la vuelta fue tremenda. Viento en contra y sol de justicia. Costaba pedalear, así que, de coger velocidad, ni hablamos.

El único consuelo al viento es lo bonito del paisaje

Llegamos a Biniagual, y aprovechamos la fuente para refrescarnos las ideas, que buena falta nos hacía.





Una vez refrescados, escuchamos el maullido de dos gatitos. Uno de ellos se acercó a nosotros y, sí, era el gatito de Malen, de la otra vez que pasamos por aquí.

Le hicimos caso, le acariciamos y pensamos en darle algo de comer, pero sólo nos quedaban plátanos y avellanas. Malen me dijo que lo intentara con los plátanos porque los gatos no comen avellanas. Lógicamente, el gato pasó olímpicamente del plátano y yo, cabezón como el que más, decidí darle avellanas y...¡sorpresa! le gustaron. Le dimos unas cuantas y se las comió todas.



Seguimos hacia Palma y el viento seguía soplando en contra ¡qué le vamos a hacer!

Cuando estábamos a 2 kilómetros escasos de casa, tuve que parar y bajarme de la bici por los calambres que tenía en los dos muslos (el músculo creo que es el recto femoral, si no estoy equivocado o los cuadriceps, qué sé yo). No podía estar de pie, tenía que ponerme de cuclillas para estirar el músculo.

Estos dos últimos kilómetros se hicieron eternos y tuve que parar tres veces a estirar los músculos.

No hay salida en que no pase algo, aunque estas cosas curten y, a la larga, son una experiencia que no está de más.


Resumen de la salida:


Distancia recorrida: 76,40 Km.
Tiempo empleado: 4:10:18 horas.
Velocidad media: 18, 31 Km/h.
Velocidad máxima: 41,02 Km/h.





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